Publicado en Mirador el 31 de octubre de 1929 página 5
Sobre Francesc Madrid véase http://www.xtec.net/~jducros/Francesc%20Madrid.html
"Hace unos 40 años que conocí a Vicente Escudero, un caló de Valladolid desconocido en su país, y que es, ciertamente, el mejor bailarín de flamenco.
Naturalmente nuestra amistad nació en La Rotonde.
Vicente Escudero es alto y delgado, tiene la cara tostada y el pelo engominado, unos ojos pequeños y espantados y unas manos largas y aristocráticas. Es un caló de lo más característico. Todo París habla de él como de una figura internacional.
Una madrugada le dije que me contara su vida y comenzó:
- Na; catorse año que farto d’España. Yegué aquí que tenía apena veinte año, y mis pinreles daban má güerta qu’un ventiladó.
- Pero tú ya habías bailado en España----
Y en una especie de argot Escudero confesó:
- Sí, señor …yo bailé en España, pero nunca en un teatro; por las ferias sevillanas y por los cafés cantantes y castizos; por las tabernas de pueblo, por las esquinas de las calles. Ay, ¡qué pocos son los días en que he dejado de bailar!... Yo nací en Valladolid cuando estábamos de tournée por Castilla. Mi padre vendía caballos y burros; mi madre echaba la buenaventura. Aún no levantaba dos palmos del suelo cuando ya me daba dos vueltas por el barro para ganarme el biberón. Cuando ya tuve años para poder caminar por las carreteras, iba, casi desnudo, de un pueblo al otro, de una feria a otra, con un compañero mayor que yo que tocaba la guitarra mientras yo daba pasos de farruca y de tango. ..Así recorrí todo el país palmo a palmo. Por eso conozco todos los rincones fresquitos de las carreteras y los lugares donde dan bien de beber o de comer; allá donde te puedes escapar sin pagar y donde cobran por adelantado… Tanto si caía un sol de aquellos que te aturden como si llovía …Se te endurecía la piel y recogías las ondulaciones del viento, de este viento del que yo he visto hasta la forma que tenía y, por eso, cuando bailo, tengo esta flexibilidad, porque le doy a mi cuerpo la gracia del viento cuando da vueltas.
- ¿Y después?
- Un buen día, sin otra fortuna que mis dedos y mis pies, me planté en París….A triunfar y a ganarme la vida. Y a pesar de temer que los primeros días fueran duros, no lo fueron en absoluto… Había llegado en una hora española y cuando bailaba en los restaurantes en horario nocturno el público se entusiasmaba. Caían todos los días unos francos que gastaba deprisa, porque me estorbaban en el bolsillo. .. Un día, una chica francesa de las que “hacían foyer” me pidió que le diera lecciones de baile flamenco. Ella no aprendió nada de flamenco pero yo me enamoré. Me propuso que fuéramos a Viena donde nos contratarían y pasaríamos una luna de miel deliciosa. Acepté inmediatamente. Llegamos a Viena, ella me daba semanalmente 800 coronas y se quedaba con 12000… No lo supe hasta más tarde: si no, la luna de miel se hubiera acabado de repente. Salíamos al escenario, ella daba una vuelta de pasodoble, se iba y me dejaba solo. Yo bailaba y cuando la gente me aplaudía salía ella y saludaba como si fuera ella la que me hubiera enseñado el arte. Un día me di cuenta de que yo era para aquella mujer como una foca amaestrada. Pero yo tenía veinte años. De Viena fuimos a otras ciudades hasta que llegamos a Bucarest. Y en Bucarest, bailando, se me dislocó un pie y tuvieron que llevarme al hospital. Esta francesa me abandonó dejándome sin un chavo. Al salir del hospital me dirigí al consulado para pedir ayuda. El cónsul era un alemán que no sabía una palabra de español y me dijo que volviera al día siguiente. Ni al día siguiente ni nunca quiso recibirme y no me dio ni un solo céntimo. En el hospital me daban de comer por caridad y frecuentaba un café de artistas, sin poder hablar con nadie, dado que yo, a parte del caló y el español solo sabía decir “bon soar” en francés. Nada más. Pero con signos muy significativos me hacía entender. Después me he convencido de que hay un lenguaje internacional para hacer comprender a los otros que se tiene hambre. Me contrataron de nuevo para el teatro París de Viena. Bailaba como un cojo todavía y mi arte no gustó tanto como la otra vez. Por ultimó reuní un poco de dinero y salí camino de París. En Francia acabé de curarme. De París pasé a Alemania, a Rusia, a Inglaterra, a Turquía, a Italia…He recorrido toda Europa bailando flamenco. No me puedo quejar de la vida. Una tarde, en una cervecería de Munich me dijeron a través de signos que se había declarado la guerra. Yo no sabía nada de todo eso. Los alemanes decían que duraría tres meses. No me daba miedo el mundo. Había conseguido juntar doce mil francos. Pero sí, sí…eso de la guerra no acababa de liquidarse. Italia era aún neutral y pude trabajar en unas cuantas ciudades. Cuando Italia se metió en la guerra me pasé a Suiza y no me moví hasta el armisticio. El primer pasaporte que entregó el cónsul francés el día del armisticio fue el mío. Tenía muchas ganas de volver a París. Y entonces es cuando comienza el verdadero significado de mi vida y de mi obra. Yo estaba sin civilizar, así, rotundamente. Era un salvaje al que se dejaba vagar por el mundo, que bailaba sin saber bien lo que hacía. .. Fueron los pintores suizos Adler y Batler los que me abrieron los ojos. Cuando bailaba delante de ellos decían: “Eso está perfectamente estilizado”. De momento creía que se me rifaban. En París hacía de bailarín de danzas modernas en los cabarets. Sacaba a bailar a ciertas viejas que me lo agradecían con billetes de cien y quinientos francos, pero hacer estos papeles no ha sido nunca de mi gusto. Cuando Comoedia organizó, en el año 1921, su concurso internacional de baile gané el primer premio -mil francos-. Entre el público estaba María Kusnezoff, que ya había oído hablar de mí y me pidió que le enseñase a baliar flamenco. Me aconsejó que comenzara a trabajar en teatros de barrio. Yo dije: “ o debuto con todas las de la ley o no debuto”. Me recomendó a Franck que era el amo de unos cuantos teatros de París, que me contrató a condición de que el primer día trabajara gratis. ¿Gratis? ¡Ahí te quedas! María Kusnekoff lo consiguió arreglar y me hicieron debutar en el Olympia como una “estrella”. Tuve mucho éxito, mucho. Una tarde me pasaron una tarjeta de visita. Era de un hombre estrafalario que estaba empecinado en aprender a bailar. Me persiguió de tal manera que me pareció sospechoso de ser un loco o un degenerado. Me dio una sarta de consejos y se fue después de proponerme un viaje a América del Norte. Ahora lo siento mucho. Son los inconvenientes de no estar civilizado. Si hubiera sido más civilizado me habría dado cuenta de que aquel ruso era un hombre importantísimo que actualmente es el director de la Universidad de la danza de Nueva York o Chicago. ..
- ¿Y nada más?
- Me prometí a mí mismo dejar de ser atracción de music-hall y dedicarme al arte en serio. Diaguileff me contrató para una tournée. Más tarde la Kournekoff me llevó a Niza, donde estrené una ópera española, Inés, de Ives Mirande y musicada por un ruso que se llama, si mal no recuerdo, Nicolás Boborejkin. He dado conciertos en la sala Gaveau y la sala Pleyel. Levinson habla siempre muy bien de mí. Me he dedicado antes que nadie a la organización de los balets españoles. Manuel de Falla, que me tiene mucha estima, me dio un baile castellano, La Charambita, que fue un éxito de crítica. Hay un músico valenciano que se llama Joaquín Grant que hace maravillas…Llegará a triunfar definitivamente.
- ¿Esa es tu vida? ¿No haces nada más?
- Sí, tengo alquilado el viejo Chat Noir, el auténtico, donde cantaba Salis y recitó versos Moreas.. Ahora es Academia de Baile Español. Hay mucha gente que quiere aprender a bailar. Hace tres años un notario de Toulouse vino expresamente a París para aprender el bolero… Le tuve tres meses durante ocho horas diarias en la Academia; me dio diez mil francos y se fue contento creyendo que ya lo sabía bailar.. Muchas rumberas de ochenta y cien kilos, porque tienen dinero y me pagan bien, quieren aprender a bailar farrucas y sevillanas. ..Yo las dejo hacer…A veces pienso que bailan para adelgazar y que toman el flamenco como gimnasia sueca. Pero el Chat Noir es hoy un rincón de Andalucía; de esta Andalucía que llevo dentro mí con sus bailes. Yo no querría que, falto de evolución artística, cayese el baile flamenco en la abyección. ..Nada, hombre, nada. Así es la vida. ¡Tenemos que luchar!
Dentro de poco Vicente Escudero pasará por la Sala de Proyecciones de la Exposición Internacional de Barcelona. Vale la pena ver trabajar a este hombre de una vida tan llena de avatares. Francesc Madrid"
Naturalmente nuestra amistad nació en La Rotonde.
Vicente Escudero es alto y delgado, tiene la cara tostada y el pelo engominado, unos ojos pequeños y espantados y unas manos largas y aristocráticas. Es un caló de lo más característico. Todo París habla de él como de una figura internacional.
Una madrugada le dije que me contara su vida y comenzó:
- Na; catorse año que farto d’España. Yegué aquí que tenía apena veinte año, y mis pinreles daban má güerta qu’un ventiladó.
- Pero tú ya habías bailado en España----
Y en una especie de argot Escudero confesó:
- Sí, señor …yo bailé en España, pero nunca en un teatro; por las ferias sevillanas y por los cafés cantantes y castizos; por las tabernas de pueblo, por las esquinas de las calles. Ay, ¡qué pocos son los días en que he dejado de bailar!... Yo nací en Valladolid cuando estábamos de tournée por Castilla. Mi padre vendía caballos y burros; mi madre echaba la buenaventura. Aún no levantaba dos palmos del suelo cuando ya me daba dos vueltas por el barro para ganarme el biberón. Cuando ya tuve años para poder caminar por las carreteras, iba, casi desnudo, de un pueblo al otro, de una feria a otra, con un compañero mayor que yo que tocaba la guitarra mientras yo daba pasos de farruca y de tango. ..Así recorrí todo el país palmo a palmo. Por eso conozco todos los rincones fresquitos de las carreteras y los lugares donde dan bien de beber o de comer; allá donde te puedes escapar sin pagar y donde cobran por adelantado… Tanto si caía un sol de aquellos que te aturden como si llovía …Se te endurecía la piel y recogías las ondulaciones del viento, de este viento del que yo he visto hasta la forma que tenía y, por eso, cuando bailo, tengo esta flexibilidad, porque le doy a mi cuerpo la gracia del viento cuando da vueltas.
- ¿Y después?
- Un buen día, sin otra fortuna que mis dedos y mis pies, me planté en París….A triunfar y a ganarme la vida. Y a pesar de temer que los primeros días fueran duros, no lo fueron en absoluto… Había llegado en una hora española y cuando bailaba en los restaurantes en horario nocturno el público se entusiasmaba. Caían todos los días unos francos que gastaba deprisa, porque me estorbaban en el bolsillo. .. Un día, una chica francesa de las que “hacían foyer” me pidió que le diera lecciones de baile flamenco. Ella no aprendió nada de flamenco pero yo me enamoré. Me propuso que fuéramos a Viena donde nos contratarían y pasaríamos una luna de miel deliciosa. Acepté inmediatamente. Llegamos a Viena, ella me daba semanalmente 800 coronas y se quedaba con 12000… No lo supe hasta más tarde: si no, la luna de miel se hubiera acabado de repente. Salíamos al escenario, ella daba una vuelta de pasodoble, se iba y me dejaba solo. Yo bailaba y cuando la gente me aplaudía salía ella y saludaba como si fuera ella la que me hubiera enseñado el arte. Un día me di cuenta de que yo era para aquella mujer como una foca amaestrada. Pero yo tenía veinte años. De Viena fuimos a otras ciudades hasta que llegamos a Bucarest. Y en Bucarest, bailando, se me dislocó un pie y tuvieron que llevarme al hospital. Esta francesa me abandonó dejándome sin un chavo. Al salir del hospital me dirigí al consulado para pedir ayuda. El cónsul era un alemán que no sabía una palabra de español y me dijo que volviera al día siguiente. Ni al día siguiente ni nunca quiso recibirme y no me dio ni un solo céntimo. En el hospital me daban de comer por caridad y frecuentaba un café de artistas, sin poder hablar con nadie, dado que yo, a parte del caló y el español solo sabía decir “bon soar” en francés. Nada más. Pero con signos muy significativos me hacía entender. Después me he convencido de que hay un lenguaje internacional para hacer comprender a los otros que se tiene hambre. Me contrataron de nuevo para el teatro París de Viena. Bailaba como un cojo todavía y mi arte no gustó tanto como la otra vez. Por ultimó reuní un poco de dinero y salí camino de París. En Francia acabé de curarme. De París pasé a Alemania, a Rusia, a Inglaterra, a Turquía, a Italia…He recorrido toda Europa bailando flamenco. No me puedo quejar de la vida. Una tarde, en una cervecería de Munich me dijeron a través de signos que se había declarado la guerra. Yo no sabía nada de todo eso. Los alemanes decían que duraría tres meses. No me daba miedo el mundo. Había conseguido juntar doce mil francos. Pero sí, sí…eso de la guerra no acababa de liquidarse. Italia era aún neutral y pude trabajar en unas cuantas ciudades. Cuando Italia se metió en la guerra me pasé a Suiza y no me moví hasta el armisticio. El primer pasaporte que entregó el cónsul francés el día del armisticio fue el mío. Tenía muchas ganas de volver a París. Y entonces es cuando comienza el verdadero significado de mi vida y de mi obra. Yo estaba sin civilizar, así, rotundamente. Era un salvaje al que se dejaba vagar por el mundo, que bailaba sin saber bien lo que hacía. .. Fueron los pintores suizos Adler y Batler los que me abrieron los ojos. Cuando bailaba delante de ellos decían: “Eso está perfectamente estilizado”. De momento creía que se me rifaban. En París hacía de bailarín de danzas modernas en los cabarets. Sacaba a bailar a ciertas viejas que me lo agradecían con billetes de cien y quinientos francos, pero hacer estos papeles no ha sido nunca de mi gusto. Cuando Comoedia organizó, en el año 1921, su concurso internacional de baile gané el primer premio -mil francos-. Entre el público estaba María Kusnezoff, que ya había oído hablar de mí y me pidió que le enseñase a baliar flamenco. Me aconsejó que comenzara a trabajar en teatros de barrio. Yo dije: “ o debuto con todas las de la ley o no debuto”. Me recomendó a Franck que era el amo de unos cuantos teatros de París, que me contrató a condición de que el primer día trabajara gratis. ¿Gratis? ¡Ahí te quedas! María Kusnekoff lo consiguió arreglar y me hicieron debutar en el Olympia como una “estrella”. Tuve mucho éxito, mucho. Una tarde me pasaron una tarjeta de visita. Era de un hombre estrafalario que estaba empecinado en aprender a bailar. Me persiguió de tal manera que me pareció sospechoso de ser un loco o un degenerado. Me dio una sarta de consejos y se fue después de proponerme un viaje a América del Norte. Ahora lo siento mucho. Son los inconvenientes de no estar civilizado. Si hubiera sido más civilizado me habría dado cuenta de que aquel ruso era un hombre importantísimo que actualmente es el director de la Universidad de la danza de Nueva York o Chicago. ..
- ¿Y nada más?
- Me prometí a mí mismo dejar de ser atracción de music-hall y dedicarme al arte en serio. Diaguileff me contrató para una tournée. Más tarde la Kournekoff me llevó a Niza, donde estrené una ópera española, Inés, de Ives Mirande y musicada por un ruso que se llama, si mal no recuerdo, Nicolás Boborejkin. He dado conciertos en la sala Gaveau y la sala Pleyel. Levinson habla siempre muy bien de mí. Me he dedicado antes que nadie a la organización de los balets españoles. Manuel de Falla, que me tiene mucha estima, me dio un baile castellano, La Charambita, que fue un éxito de crítica. Hay un músico valenciano que se llama Joaquín Grant que hace maravillas…Llegará a triunfar definitivamente.
- ¿Esa es tu vida? ¿No haces nada más?
- Sí, tengo alquilado el viejo Chat Noir, el auténtico, donde cantaba Salis y recitó versos Moreas.. Ahora es Academia de Baile Español. Hay mucha gente que quiere aprender a bailar. Hace tres años un notario de Toulouse vino expresamente a París para aprender el bolero… Le tuve tres meses durante ocho horas diarias en la Academia; me dio diez mil francos y se fue contento creyendo que ya lo sabía bailar.. Muchas rumberas de ochenta y cien kilos, porque tienen dinero y me pagan bien, quieren aprender a bailar farrucas y sevillanas. ..Yo las dejo hacer…A veces pienso que bailan para adelgazar y que toman el flamenco como gimnasia sueca. Pero el Chat Noir es hoy un rincón de Andalucía; de esta Andalucía que llevo dentro mí con sus bailes. Yo no querría que, falto de evolución artística, cayese el baile flamenco en la abyección. ..Nada, hombre, nada. Así es la vida. ¡Tenemos que luchar!
Dentro de poco Vicente Escudero pasará por la Sala de Proyecciones de la Exposición Internacional de Barcelona. Vale la pena ver trabajar a este hombre de una vida tan llena de avatares. Francesc Madrid"
(Traducción de Jesús Vidal Villalba).
Gracias, Jesús
2 comentarios:
Qué truco tiene para buscar en revistas antiguas? porque supongo que lo hace por internet.
interesante blog que ya tiene estilo propio,gracias por tu visita,ya te enlazo a mi blog para seguirte,Saludos.
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