de Álvaro Retana que creía perdida. Una parte de la novelita está ambientada en el Café de la Encomienda, que estuvo situado en la calle madrileña del mismo nombre. Los dibujos son de Ricardo Marín.
Al Café de la Encomienda le dedica José Blas Vega algunas páginas (304-315) en su Los Cafés cantantes de Madrid
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