Asuntos particulares alejados del flamenco me llevaron este fin de semana a Jerez. Aproveché que se celebraba en esta localidad un congreso sobre Juanito Mojama para dejarme caer por algunas de sus sesiones.
Soy alérgico a este tipo de actos pero mi buen amigo Carlitos Pizarra me había comentado que presentaría un fandango inédito del exquisito cantaor jerezano. Esto y la convicción de que en alguna de sus sesiones se dilucidaría, ni que decir tiene que no sucedió, la fecha exacta del misterioso homenaje que se le tributó a Mojama en Madrid en 1949, me llevó a asistir de sufridor oyente a diversas intervenciones.
De lo que escuché (que no fue todo) solo despertaron mi interés la aportación de Ramón Soler, que trazó un panorama biográfico de lo poquito que se sabe de Mojama, y, sobre todo, el fandango inédito antes referido. Lo demás, especulación, pura especulación; divagación, mucha divagación; improvisación, desesperante improvisación. Y claro, esas dosis de mala leche que aparece cuando se juntan flamencos. Los celos, ay, los celos.
Como soy muy desmemoriado no recuerdo si Ramón Soler recogió esta noticia
aparecida en un diario madrileño a comienzos de la guerra civil.
(Ah, el excelente oloroso que se sirvió en las Bodegas Tradición casi casi despejó mi martilleada cabeza).
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